Cada año hay un momento difícil, un momento que no queremos que llegue, pero es inevitable, el final del verano.
El día que realmente marca el final del verano es el día en que tienes que despedirte de tus compañeros. El final del verano lo marca el día en el que tienes que guardar tu barbacoa.
En este artículo te daremos los mejores consejos y te explicaremos qué sucede cuando tu parrilla no se almacena correctamente.
Consejos para guardar tu parrilla cuando no esté en uso
Sabemos que este momento es duro, por eso te damos algunos consejos para que tu amada parrilla esté en su mejor momento a la hora del reencuentro y te siga regalando tantos momentos felices.
Guárdala después de limpiarla a fondo
Antes de guardar la parrilla para la próxima temporada, se recomienda limpiarla a fondo.
Lo más probable es que no hayas limpiado bien tu parrilla durante el verano, después de varias comidas y más o menos uso. Cuando se va a guardar durante mucho tiempo, por cuestiones de protección e higiene, se debe limpiar en profundidad.
La mejor manera de hacer una buena limpieza es usar la parrilla caliente y cepillos metálicos, como los que usan a veces los soldadores. Un jabón neutro funciona bien.
Si aun así quedan restos de grasa, puedes utilizar un desengrasante, pero si lo haces con una parrilla caliente, puedes liberar gases nocivos. Mejor en frío si usamos un desengrasante y dejar tiempo para que la suciedad se ablande.
No olvide enjuagar bien la parrilla antes de guardarla, los productos desengrasantes pueden incluso corroer la parrilla a largo plazo.
De todos modos, la limpieza regular nos facilitará la vida cuando se trata de realizar una limpieza general. Algunos de estos consejos para la limpieza regular son:
- Limpiar la parrilla con media cebolla. Parece el típico remedio de abuela sin ningún fundamento -podría serlo- pero funciona. Frote la parrilla con media cebolla después de cada uso y justo después de retirar los alimentos, mientras la parrilla aún está caliente. Verás cómo funciona.
- Posos de café. Si vemos restos de comida en alguna de las zonas de más difícil acceso, podemos utilizar posos de café. Coge un trozo de periódico, llénalo con café molido y frota los palitos a su alrededor para eliminar los residuos más rebeldes.
- Jugo de limón. El consejo anterior está genial, pero si no queremos limpiar la parrilla mientras está caliente para no perder los primeros minutos de asado, podemos utilizar zumo de limón frío. El jugo de limón es un excelente desengrasante natural y, a diferencia de los desengrasantes sintéticos, no es tóxico.
Además de la parrilla, nuestra barbacoa se compone de muchas más partes, por ejemplo, tenemos que limpiar cada pieza con cuidado y utilizar los productos adecuados.
- Las piezas de plástico (como embellecedores, cuberteros, etc.) deben limpiarse con agua jabonosa y un paño.
- Porcelana. Para este material, nada mejor que un limpiacristales, o, en su defecto, un limpiador multiusos.
- Zona pintada. Evite los productos corrosivos. El líquido para lavar platos generalmente funciona bien.
- Superficie metálica. Los limpiadores de metales son los mejores, y si quieres lucir brillante, puedes darle un acabado pulido.
Secar bien la barbacoa
De nada sirve una limpieza a fondo de tu parrilla si no la has secado antes de guardarla. Es importante secarla bien antes de guardarla.
Si tienes un compresor de aire y una pistola, es hora de usarlos. En caso contrario, sécalo con un paño o papel de cocina. Esto evitará que se oxide.
Guardarla en un lugar seco
Secar la parrilla tampoco nos sirve de nada si la guardamos en un lugar húmedo. Si guardamos nuestra barbacoa en un lugar húmedo, puede aparecer al año siguiente con óxido, o peor aún, con moho u hongos.
Usar una funda de barbacoa
Una buena funda impermeable será nuestro salvavidas si no podemos garantizar que el lugar donde la guardemos mantenga las condiciones adecuadas y sin humedad.
Errores más comunes al almacenar tu barbacoa
Como puedes imaginar, el error más común que se comete al almacenar una parrilla es no seguir los consejos anteriores. Profundizaremos en el tema y veremos las consecuencias de cada uno.
Las parrillas para barbacoa no se limpian a fondo antes del almacenamiento
Además de ser antihigiénico, esta mala práctica puede provocar el crecimiento de bacterias y hongos en la parrilla. Atrae a los insectos y, después de unos meses, la suciedad puede incrustarse, lo que dificulta la limpieza al querer volver a utilizarla.
Dejarla fuera
Si ponemos nuestra barbacoa al aire libre, es probable que se oxide y se deteriore debido a las condiciones climáticas. A veces no es un fallo, es que la parrilla no se puede guardar, por ejemplo, porque es una parrilla empotrada. En esta situación, no hay más remedio que usar una buena cobertura o funda.
Almacenarla en un lugar húmedo
Ya lo hemos comentado, pero lo repetimos. Guardar nuestra parrilla en un lugar húmedo garantiza que se oxide y, en el peor de los casos, es probable que crezcan hongos o moho.
No secar bien tu barbacoa
Este es uno de los peores errores que podemos cometer. Guardamos la parrilla en un lugar seco y cerrado, dentro de su tapa o funda, por supuesto después de una limpieza a fondo… ¡GUAU! Cuando la sacamos con entusiasmo al año siguiente, está llena de óxido… probablemente nos olvidamos de secarla y la humedad ha hecho su trabajo. Un error clásico que debemos evitar.
En conclusión
Como puedes ver, la parrilla parece muy fácil de usar y mantener, y lo es, pero hay que prestar atención a los detalles si quieres acertar. Es por eso que esperamos que este artículo te haya sido útil y que tu parrilla te brinde mucha diversión en los años venideros.