El buen clima está aquí, y es hora de actividades al aire libre. Y, con él, es hora de comenzar a utilizar tu barbacoa. Un compañero inseparable de la primavera y el verano, no solo la estrella del jardín o la terraza. Además, es la excusa perfecta para una reunión con amigos y familiares para mejorar aún más un día soleado.
Eso es exactamente lo que es barbacoa: realmente sinónimo de buen tiempo y una manera maravillosa de celebrarlo con amigos.
Sin embargo, para poder hacer esto correctamente, la barbacoa debe estar bien mantenida para que esté lista después de las vacaciones de invierno, en perfectas condiciones para ser utilizada. Se recomienda realizar una tarea al inicio de la primavera para dejar lista la barbacoa después de estar parada durante el invierno.
Además, un correcto mantenimiento de la parrilla nos permitirá alargar su vida útil. Una manera perfecta de acompañarnos no solo este verano sino también buena parte del próximo y siguientes.
Trabajos de mantenimiento en la parrilla antes del verano
Cómo hacer la barbacoa perfecta es una de las preguntas más frecuentes de los amantes de este tipo de comida. Ante esta duda, al margen de lo que cocinemos o el tipo de parrilla que utilicemos, siempre debemos empezar por un básico: que el mantenimiento de la parrilla sea el adecuado. No solo es una tarea que debemos hacer antes y después de cada uso, sino que también cobra suma importancia a la hora de volver a ponernos en marcha después del invierno. Ahora, la usaremos con más frecuencia, así que esta labor cobra aún mayor importancia.
Para hacer eso, echemos un vistazo a cinco tareas simples de mantenimiento de la parrilla que debemos realizar antes de que la “resucitemos” nuevamente después del invierno.
1. Revisa el estado general de la barbacoa
Si la guardamos bajo una funda protectora de barbacoa en invierno, el mantenimiento se reducirá mucho. Gracias a estas fundas, en el caso de una barbacoa de gas, conseguiremos proteger la estructura y los mecanismos del frío y la lluvia. Si no es así, el primer paso es realizar una revisión exhaustiva de nuestra parrilla.
Una cubierta de parrilla es un aliado en invierno, pero también en una primavera u otoño lluviosos.
Si tenemos una barbacoa de carbón, lo primero que debemos buscar es el óxido. Un daño colateral muy típico, sobre todo derivado del frío y la humedad inducidos en la parrilla. Si la parrilla es a gas, se debe prestar especial atención al estado de la banda elástica. Si no las protegemos, es normal que se rompan y haya que cambiarlas.
Lo mismo sucede con los hornos eléctricos. Esos, si pasaron el invierno al aire libre, es probable que hayan sido dañados.
2. Revisa las herramientas de limpieza y cocina
Así como repasamos la parrilla, vamos a tener que hacer lo mismo con los utensilios que usamos para cocinar y limpiar la barbacoa. En este último caso, el cepillo, la esponja y la espátula tienen que estar en perfecto estado, ya que los necesitamos para acicalar la parrilla.
Todos los utensilios de limpieza deben estar en buenas condiciones para el mantenimiento de la parrilla.
Si en invierno tampoco las protegimos y se oxidaron, lo ideal es que las renovemos para que la parrilla tenga un buen uso y mantenimiento.
3. Mantenimiento de encendido de la barbacoa
En el caso de las barbacoas eléctrica y de gas, es una piedra de toque, un limpiador invaluable en todos los casos. Encender de nuevo la parrilla nos permitirá calentar la estructura metálica y por lo tanto eliminar cualquier resto de suciedad que haya podido haber allí antes. Uno es de invierno y otro lo podemos dejar en la parrilla hasta que dejemos de usarlo.
Aprovechando esto, rompamos un mito: No, la parrilla no sabe mejor si tiene grasa acumulada. Algo que muchas veces se piensa y nos lleva a ignorar el mantenimiento entre usos. Lejos de la realidad, lo único que puede hacer este hecho es destrozar su superficie y, de paso, ser capaz de estropear una comida que sabrá desagradable.
4. Limpiar según las características de cada barbacoa
Empecemos por el mantenimiento de la barbacoa de carbón, que sin duda es el más sencillo. Con una parrilla caliente, podemos raspar toda la superficie con un cepillo metálico para parrillas. Es importante que acentuemos la parte delantera y trasera de la parrilla mientras dejamos que la brocha penetre en sus laterales. Si no disponemos de cepillo para barbacoas, será mejor que pospongamos la limpieza. Elegir cualquier otro no es una buena idea. No solo se derretiría, sino que si el mango no fuera lo suficientemente largo, podríamos incluso quemarnos.
Elegir un buen cepillo de metal es la clave para el mantenimiento de la parrilla.
Si la parrilla tiene muchas incrustaciones, tendremos que dotarla de un producto específico. Olvidémonos de usar limpiador de hornos. Lejos de ayudar, puede arruinar nuestra barbacoa. Estos productos son extremadamente abrasivos y no se recomiendan para asar en la parrilla.
En el caso de las barbacoas de gas, su limpieza debe ser más exhaustiva dada la diferente naturaleza de sus componentes. Antes de iniciar la limpieza, lo ideal es retirar todos los componentes eléctricos que puedan haber sido dañados por el agua. Además de limpiar la parrilla como en una de carbón, si hay sonda de termómetro, tenemos que limpiarla, con cuidado de no mojar la pantalla digital. Para limpiar el quemador, lo ideal es utilizar una esponja bien escurrida. De esta forma evitaremos que entre agua en ellos y dificulte su posterior apertura.
Si nuestra parrilla es una plancha, no hay escobillas ni cepillos. Solo sumergiremos esponjas en limpiadores utilizados para asar superficies esmaltadas.
En cuanto al mantenimiento externo de la parrilla, basta con una esponja humedecida en agua tibia y jabón.
Eliminación de óxido
Es el trabajo de mantenimiento de barbacoas más tedioso. Esto no es más que el resultado de no almacenarla adecuadamente en invierno. Si hay óxido, tendremos que utilizar una lija fina de metales para eliminarlo. Tras este proceso tendremos que volver a pintar la parrilla con pintura resistente al calor.
Y, tras el mantenimiento de la barbacoa, solo queda una cosa por hacer: organizar una comida o cena y disfrutarla.